martes, abril 16, 2024
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Dyslexie: cómo es la tipografía que inventó un joven con dislexia para sortear su dificultad para leer

 

Según la Organización Mundial de la Salud, la dislexia es un trastorno específico de la lectura cuyo rasgo principal es una dificultad específica y significativa en el desarrollo de las habilidades para la lectura que no puede explicarse únicamente por la edad mental, problemas de precisión visual, o una escolarización inadecuada.

“Es una deficiencia de la lectura, la escritura y el aprendizaje. Su causa es una alteración de las zonas cerebrales del lenguaje.

Afecta a un 5% de los niños de 7 a 9 años, sobre todo varones. Se le atribuye una base genética y no está relacionada con la inteligencia. Sus manifestaciones son muy variadas, dependiendo de la edad del niño y de la intensidad del trastorno”, explicó María Trinidad Iglesias Musach, psicopedagoga Universidad del Salvador, quien detalló que “se pueden observar déficits en las funciones relacionadas con la memoria, el vocabulario, las áreas motrices y el habla”.

Se vuelve clave el rol de padres y educadores, quienes no deben dudar en consultar ante las primeras sospechas de dislexia.

Boer tenía 6 años cuando le diagnosticaron dislexia. Pese a la ayuda extra que recibía en la escuela, le costaba entender páginas con mucho texto. Años después, mientras estudiaba arte en la Universidad de las Artes HKU en Holanda, decidió pasar de la queja a la acción y diseñó su propia tipografía.

La fuente Dyslexie procura que se superen algunos de los problemas que las personas con dislexia tienen cuando leen. Debido a la forma en que sus cerebros procesan la información visual, a menudo cambiarán y rotarán las letras de manera subconsciente, haciendo que sea más difícil reconocer los caracteres.

Cuando esto ocurre, la letra “b” puede verse como una “d”…o la “p” como una “q”.

Boer empezó a estudiar sobre formas que permitieran que fuese más sencillo distinguir las letras. Un cambio clave fue hacer las letras con la parte de abajo voluminosa, para que fuesen más “macizas” en la base que en la parte superior.

A diferencia de familias de fuentes tipográficas más tradicionales, la Dyslexie es muy asimétrica. En lugar de mantener las letras en un tamaño uniforme, algunas tienen “palos” más largos que ayudan a que resalten más en las palabras. De igual modo, las letras que se parecen, como la “v”, la “w” y la “y”, varían en altura cuando se escriben.

Estudios de distintas universidades holandesas confirmaron que la lectura de un texto redactado en Dyslexie es más ágil y correcta.

Gracias a los cambios pensados por Boer, los grafemas se reconocen y se distinguen más claramente, evitando así aquel desorden de caracteres causado por la dislexia.

Un proyecto personal que se volvió colectivo

Al principio, Boer creó la fuente como una iniciativa para graduarse de la universidad. Pero encontró que había una demanda real para su producto, lo que lo llevó a crear una familia tipográfica utilizable que pudiese instalarse en las computadoras.

Entre el 10 y el 20% de la población tiene alguna forma de dislexia. Se estima que más de 700 millones de niños y adultos en el mundo están en riesgo de ser excluidos socialmente y de no ser alfabetizados.

Una investigación realizada por la Universidad de Twente (Holanda), mostró que los lectores disléxicos cometen menos errores cuando leen textos con la fuente creada por Boer.

Señales de alarma para estar atentos

Preescolares (niños de 3 a 5 años)

– Desarrollo lento del vocabulario y retraso en el desarrollo del habla con dificultades para articular o pronunciar palabras.

– Torpeza al correr, saltar y brincar.

– Dificultad para seguir instrucciones y aprender rutinas

– Falta de atención y aumento de la actividad e impulsividad.

– Dificultad para abotonar y abrochar o subir un cierre o bragueta.

– Retraso para memorizar los números, el abecedario, los días de la semana, los colores y las formas.

– Falta de control y manejo el lápiz y de las tijeras.

– Aparición de conductas problemáticas en sus habilidades sociales.

Escolares (niños de 6 a 11 años)

– Invierte letras, números y palabras.

– Confunde el orden de las letras dentro de las palabras.

– Dificultad para conectar letras y sonidos y en descifrar las palabras aprendidas.

– Confunde derecha e izquierda y escribe en espejo.

– No completa una serie de instrucciones verbales.

– Presenta dificultad en la pronunciación de palabras, invirtiendo, sustituyendo o invirtiendo sílabas.

– Traspone las letras, cambia el orden e invierte números.

– Su comprensión lectora es pobre.

– No toma o agarra bien el lápiz.

– Su coordinación motora es pobre, se confunde con facilidad y es propenso a accidentes.

– Es lento para recordar información.

– Su trastorno en la coordinación motora fina le da mala letra y pobre caligrafía.

– Tiene problemas acerca del tiempo y no logra saber la hora, día, mes y año.

– No logra escribir pensamientos, ni organizarlos; su gramática y ortografía son deficitarias.

– Muestra dificultad en el aprendizaje de conceptos numéricos básicos y no puede aplicarlos en cálculos o en la resolución de problemas.

De 12 años en adelante

– Tiene problemas de concentración cuando lee o escribe.

– Falla en la memoria inmediata, no recordando lo leído por su dificultad con la comprensión de la lectura, el lenguaje escrito o las destrezas matemáticas.

– Interpreta mal la información, por su falta de comprensión de conceptos abstractos y porque lee mal.

– Muestra dificultades en organizar el espacio, sus materiales de trabajo y sus pensamientos al escribir o al hablar.

– No logra planificar su tiempo ni tiene estrategias para terminar a tiempo sus tareas.

– Trabaja con lentitud y no se adapta a ambientes nuevos.

– No funcionan sus habilidades sociales y no logra hacer amigos ni entender las discusiones.

– Finalmente evita leer, escribir y las matemáticas, tendiendo a bloquearse emocionalmente.

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