sábado, abril 20, 2024
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La autopsia de Raffo y el análisis preliminar de la escena apuntan a un aparente suicidio

 

El médico forense Osvaldo Raffo murió de un único disparo que entró por su sien derecha y salió por el lado izquierdo de la cabeza con un revólver calibre .38 Special que sostenía en su mano derecha, según reveló la autopsia que, junto al análisis de las primeras evidencias halladas en el lugar del hecho, robustecen la hipótesis de un suicidio, informaron hoy fuentes de la investigación.

La autopsia a Raffo se realizó ayer por la tarde en la morgue policial del departamento judicial San Martín que funciona en el hospital Ramón Carrillo de Ciudadela y la conclusión, según el informe preliminar al que tuvo acceso Télam, fue que murió por un “traumatismo grave de cráneo por herida de arma de fuego”.

Los médicos establecieron que el proyectil entró por la región temporal derecha (altura de la sien) y salió por el temporal izquierdo, produciendo “estallido de cráneo y laceraciones cerebrales”.

Según las fuentes, en el sitio de entrada del proyectil se detectó lo que en medicina legal se llama “golpe de mina de Hoffmann”, es decir, cuando el orificio tiene un borde estrellado y separado del hueso.

“Es un signo de que hubo proximidad y contacto firme del arma con el cuero cabelludo al momento de producirse un disparo”, dijo a Télam una fuente de la investigación.

Las fuentes agregaron que en relación a la data de muerte, los forenses la estimaron entre las 8 y las 9 del domingo, algo que coincide con el horario de las “8:35” que figura en la nota suicida dirigida al juez que fue hallada en la cocina y estaba firmada por Raffo y con su sello profesional.

La autopsia estuvo a cargo del director de Medicina Legal de la Policía Científica bonaerense, Carlos Casinelli -quien antes recorrió el lugar del hecho-, y de Miguel Miñones, jefe de esa morgue de San Martín, pero además contó con la presencia de otros ocho médicos forenses, entre ellos el jefe de la morgue de La Plata, Javier Grubisa; el de San Isidro, Federico Corasaniti; el de Mercedes, Rodolfo Baldán; y el de Zárate-Campana, Roberto Espinosa, todos discípulos de Raffo.

Respecto al análisis del lugar del hecho, los peritos encontraron en la mano derecha de Raffo, quien yacía acostado boca arriba en la bañera de su baño, un revólver calibre .38 Special marca Colt modelo “Detective”.

Dentro del tambor de ese revólver, que carga seis proyectiles, los peritos encontraron cinco balas intactas y una percutada.

Para confirmar si Raffo fue autor del tiro que le causó la muerte, los peritos tomaron además muestras de sus dos manos para hacer la pericia del barrido electrónico que detecta los residuos que quedan de la deflagración de un disparo.

En la habitación contigua al baño, los investigadores lograron encontrar un proyectil calibre .38 Special deformado y encamisado que se presume es el mismo que entró y salió de la cabeza del forense y le ocasionó la muerte y que será sometido a un cotejo balístico para establecer si salió del revólver secuestrado en la mano de la víctima.

También fue secuestrada en la casa una caja con la inscripción Taurus que contenía 12 balas intactas del mismo calibre que el arma y los hallados en su tambor.

La investigación por la muerte de Raffo está a cargo de la fiscal Fabiana Ruiz, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 2 San Martín, quien ya analiza los informes preliminares de la autopsia y de la labor de los peritos en la casa del Raffo.

“No encontramos signos de violencia en puertas y ventanas, nada revuelto y ninguna evidencia de la presencia de un tercero. Además, las cartas ya se están analizando para ver si las escribió el propio Raffo. Si bien no se descarta ninguna hipótesis, estos primeros indicios nos orientan hacia un suicidio”, dijo a Télam uno de los investigadores.

Raffo (88), quien era el médico legista más prestigioso del país tras 50 años de carrera en los que practicó 20.000 autopsias, fue hallado ayer muerto de un disparo en la cabeza en uno de los baños de su casa, en la calle Florida al 2300 del barrio San Andrés, del partido de San Martín, donde vivía solo.

En la mesa de la cocina se encontraron dos notas suicidas firmadas y selladas por el propio Raffo, una dirigida a su cuidadora y otra al “Sr. Juez”, fechada como “17/03” a las “8.35” donde decía: “No soporto más los dolores que me aquejan. No se culpe a nadie de mi muerte. Dios me perdone”.

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