jueves, abril 25, 2024
Nacionales

La mitad de los archivos secretos de la ex SIDE sobre AMIA aún no se analizaron

 

Veinticinco años después de la voladura del edificio de la AMIA, los investigadores creen que aún hay “puertas” por abrir para encontrar pistas de inteligencia que arrojen nuevas pruebas a la causa.

Por ejemplo, nombres de personas involucradas en el mayor atentado que sufrió la Argentina aquella mañana del 18 de julio de 1994 (85 muertos) que no habían sido vistas anteriormente por la parte judicial. También, lugares y elementos que lleven a los culpables a rendir cuentas ante la Justicia.

Buena parte de esa esperanza está depositada en la impresionante cantidad de archivos del ex Servicio de Inteligencia (la vieja SIDE convertida en Agencia Federal de Inteligencia -AFI) que fueron desclasificados en 2015, y que según confirmó a Clarín el actual titular de la UFI-AMIA, Sebastián Basso, se ha podido analizar sólo en un cincuenta por ciento.

Esto es literalmente la mitad de aproximadamente 2.000 cajas de documentación en papel, y 5.000 archivos en viejos casettes y videos de tipo VHS. La mayor parte de ese valioso archivo en el que trabajan día a día ahora unas veinte personas se encuentra en la planta baja del pasaje Barolo, donde funcionó la unidad antiterrorista de la ex SIDE.

Supo este diario que era tal “el estado de abandono” en que se encontraba la valiosa prueba que, para entrar a seguir analizándola y procesar toda esa información “hubo que hacer obras de infraestructura”.

La prueba sobre el atentado terrorista a la AMIA de la ex SIDE estaba “bajo charcos de agua, en algunas partes, con cables eléctricos caídos, y hasta con caños de cloaca rotos, con los consecuentes desechos en las habitaciones”. Ahora, se trabaja primero en la conservación del papel, su clasificación, lectura, y lo relativo al material audiovisual es más complejo.

En la mayorías casos hay que digitalizarlo y en algunos casos hay que recurrir a la vieja tecnología que ya no está, como videocaseteras. El plan es conservar todo lo que esté “suelto” en el Barolo. Basso señaló que esperaba que el trabajo futuro permitiera ver “elementos que la inteligencia argentina obtuvo y no los vio la justicia”.

Pero advirtió que el material ya procesado no arrojó pruebas a la investigación, que en principio ya estableció que hubo un atentado terrorista efectuado con una bomba instalada en una Traffic, ejecutado por un grupo de Hezbollah y que la camioneta con el conductor suicida tenía entre 300 y 400 kilos de explosivos.

También, numerosas informaciones más que con el transcurso de los años se fueron reafirmando -sobre esto hizo su acusación Nisman-, como que el coordinador de los atentados, Salman El Reda, miembro de Hezbollah, sigue vivo y se presume que vive en el Libano.

Estos archivos estuvieron en cierta forma bajo la tutela de la Unidad Especial de Investigación del atentado a la AMIA, que fue disuelta y pasó a ser conducida por Mariano Fridman, director de la Unidad Verdad y Justicia que ahora funciona en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que conduce Claudio Avruj.

Sin embargo, Verdad y Justicia, aunque mantiene los archivos desclasificados “trabaja en coordinación” con la fiscalía UFI-AMIA.

“La importancia de estos archivos – y de lo que puede arrojar el análisis de todo lo que falta- tiene que ver con la posibilidad de que dentro de ese cúmulo de información de inteligencia se encuentren algunas cuestiones para llenar casilleros en blanco”, dijo Fridman en alusión a que “se vuelvan a buscar en la información que estaba clasificada o por uno u otro motivo no llegó a los investigadores.Porque se descartó oportunamente o porque deliberadamente no fue arrimada a la investigación”.

¿Qué pueden los investigadores en el material que se analiza? Desde el atentado a la Embajada de Israel de 1992, la inteligencia mantenía escuchas sobre numerosas personas, también sobre la embajada de Irán en Argentina, que recién fue “cercada” cuando se redujeron las relaciones diplomáticas al nivel de encargado de negocios tras el ataque a AMIA, dos años después.

También se le hicieron escuchas de inteligencia a Carlos Telleldín, el facilitador de Traffic que sirvió de “coche-bomba” a los terroristas aquel 18 de julio de 1994 cuando intentó irse del país y luego volvió. Esas escuchas de los días en que se encontró entre los escombros el motor de la Trafic tenían cassettes que desaparecieron, recordaron a Clarín los investigadores.

También podrían unirse cabos por lo que los espías obtuvieron de las presuntas intenciones del ex agregado cultural de la embajada iraní Moshen Rabbani -prófugo de la justicia argentina hoy- de comprar una camioneta tiempo antes del atentado.

Si bien en 2017 el gobierno de Mauricio Macri ordenó desclasificar todos los archivos secretos en lo relacionado al atentado terrorista a la AMIA, el primer gran volumen de elementos se obtuvo tras el decreto 395/2015, bajo la administración de Cristina Fernández.

Por entonces aún seguía viva no sólo la batalla judicial contra el memorándum de entendimiento que por la causa AMIA firmó Cristina con Irán (enero de 2013), sino que más fresca aún estaba la aparición de Alberto Nisman muerto en enero de ese año, a horas de denunciar a la ex presidenta y sus funcionarios por presunto encubrimiento a los iraníes acusados de ser autores intelectuales del ataque a la AMIA. (Diario Clarín)

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