jueves, marzo 28, 2024
Economia

Para defensor de la Tercera Edad, ayer se produjo un “daño irreparable” con los jubilados en los bancos

El defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, opinó hoy que, con las largas filas que se registraron ayer en los bancos, “el daño, desde lo epidemiológico, es absolutamente irreparable” y reclamó que la actividad bancaria sea declarada esencial, en el marco del aislamiento social y obligatorio dispuesto por el gobierno para mitigar el avance del coronavirus en el país.

En declaraciones a radio Mitre, Semino dijo que lo más “grave” que ocurrió ayer “con el adulto mayor es que se trató de la ruptura de una estrategia para enfrentar la epidemia desde lo sanitario; es un daño absolutamente irreparable”.

“Esas personas encima sufrieron frío, y es muy probable que hoy o mañana tengan un resfrío, o tos, o dolor de garganta, y lo que antes se solucionaba con una aspirina para seguir adelante, ahora esa gente tendrá a que ir a la consulta médica, que ya está desbordada, para descartar casos de coronavirus”, sostuvo Semino.

En tanto, dijo que “hay responsables directos” como los funcionarios de la ANSES y el Banco Central, y consideró que el gobierno nacional “sigue informando mal”.

“Anoche, a las 22, hablé con el titular de la Asociación Bancaria (Sergio) Palazzo, y él mismo, a esa hora, no sabía que ya habían cambiado otra vez el horario de apertura de los bancos para hoy. Si Palazzo no lo sabía, para los jubilados es mucho peor. Habrá que ponerles un GPS a todos ellos para informarlos”, dijo el defensor de la Tercera Edad.

Respecto de los bancos, Semino recordó que “siempre hubo un muy mal comportamiento histórico con el jubilado”, pero aclaró también que “desde Anses hay una cantidad de cuestiones que no se informan”.

Finalmente, comentó que cuando se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, “se calificó como servicio esencial a las ferreterías, y no a los bancos, gracias al poder y al peso que tiene el sector financiero”.

De esa manera, dijo, “se dejó a los jubilados muriéndose de hambre con su plata en los cajeros”, por lo que “tuvieron que recurrir a la ayuda de familiares y allegados para subsistir”.

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