domingo, abril 28, 2024
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Advierten que el lenguaje bélico no ayuda a los pacientes con cáncer

 

Abundan las necrológicas de figuras públicas que perdieron la batalla contra el cáncer, los posteos en redes sociales que piden oraciones por grandes luchadores o pequeños guerreros que dan valiente pelea contra una larga y cruel enfermedad. Bienintencionadas o no, ¿sirven estas metáforas?

“Estoy enferma, no voy a la guerra”, responde una paciente oncológica para explicar por qué no le gustan. Y no es la única.

Especialistas advierten que alusiones a batalla (que refiere más a la experiencia individual), combate o guerra (orientadas a una empresa colec- tiva), y lucha (que conjuga lo individual y lo colectivo) no ayudan a la mayoría de las personas que transitan la enfermedad porque refuerzan la asociación con la muerte ( aún cuando las tasas de supervivencia aumentan), las hacen sentir responsables de su evolución y culpables en caso de que su condición empeore.

“Sigue siendo muy difícil hablar de cáncer. Las enfermedades no son solo hechos biológicos, son hechos culturales, las personas actuamos frente a ellas según una red de significados que se construyen socialmente desde el discurso. Cómo hablamos del cáncer es cómo pensamos el cáncer. Necesitamos seguir trabajando con el uso de las palabras para que la primera asociación que nos surja cuando decimos cáncer no sea muerte”, dice Sonia Cecchia, especialista en psicooncología del Instituto Alexander Fleming (IAF).

Un trabajo resultó revelador en ese aspecto. Es el de la lingüista italiana Elena Semino, de la Universidad de Lancaster (Inglaterra), quien se en- foca en la metáfora como una herramienta cognitiva y lingüística que se usa con frecuencia para hablar y pensar acerca de experiencias sensibles y subjetivas como la enfermedad, las emociones, la muerte y que, depende de cómo se utilice, tiene el doble potencial de dificultar o ayudar a la comunicación y el bienestar.

Semino realizó un análisis a gran escala de las metáforas utilizadas para hablar sobre el cáncer y el final de la vida. Junto a su equipo -en el que participaron especialistas en cuidados paliativos- analizaron 1,5 millón de palabras extraídas de entrevistas y posteos de tres actores clave: pacientes (600 mil palabras), cuidadores (580 mil) y médicos (340 mil).

“Tenemos pruebas suficientes para sugerir que las metáforas de batalla son lo suficientemente negativas para la cantidad suficiente de personas como para que no se las impongan a nadie”, subraya la profesora de Lingüística y Arte Verbal. Los hallazgos e implicaciones de este trabajo fueron compilados en el libro Metáfora, cáncer y el fin de la vida: un estudio basado en un corpus, publicado este año.

“Categorizar la experiencia de enfermar en términos marciales pone a los pacientes en lugares extremos. En la guerra hay ganadores o perdedores, valientes o cobardes. Si bien para algunos pacientes puede ser motivador pensarse como guerreros, para otros implica una exigencia de estar siempre bien, no angustiarse, no reconocer los temores, los enojos, la incertidumbre, la tristeza como emociones normales a partir de un diagnóstico oncológico”, explica Cecchia y añade que, al reforzar el estigma cáncer=muerte, el uso de metáforas bélicas especialmente en etapas finales de la vida opera en forma negativa anulando todo lo que hizo antes esa persona, que queda sólo como quien perdió la batalla contra el cáncer.

“A partir del diagnóstico, el tiempo, el espacio y la propia identidad serán trasformados de maneras propias y particulares. ¿Por qué entonces no pensar en distintos tipos de metáforas para distintos tipos de pacientes?”, se pregunta.

De acuerdo a un artículo publicado en The Independent, Semino trabaja ahora con el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido en la confección de un “manual” de metáforas. Los resultados de su extenso estudio revelaron que hay figuras más amigables utilizadas con frecuencia por los mismos pacientes. Es menos probable que asociar el cáncer a un “un viaje” o un “camino difícil” cause sentimientos de culpa en caso de que el estado de salud empeore.

Cecchia afirma que faltan campañas en relación al cáncer que se basen en el impacto emocional de las palabras. Muchas se enfocan en las imágenes, que muestran, pero no necesariamente explican”, apunta la psicooncóloga.

Para mejorar la comunicación del cáncer, la especialista afirma que, desde al ámbito médico “son muy pocos los profesionales que han recibido formación para mejorar sus actitudes, habilidades y destrezas comunicacionales en su formación. Sería muy importante que esto ocurriera para que los médicos tuvieran más herramientas que ayuden en la relación médico-paciente”. (Diario Clarín)

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