La tormenta destruyó gran parte de la producción de cerezas en Río Negro y Neuquén
Una violenta tormenta de lluvia y granizo golpeó ayer con furia la región del Valle Medio y Alto Valle de Río Negro y Neuquén, arrasó cultivos, rompió estructuras y dejó a cientos de familias frente a un escenario de angustia e incertidumbre.
En cuestión de minutos, lo que era una temporada que avanzaba con expectativas positivas se convirtió en un verdadero desastre agrícola que tendrá consecuencias económicas aún difíciles de dimensionar.
La zona frutícola y hortícola de Chimpay —epicentro del fenómeno— fue una de las más castigadas, publicó el diario La Mañana de Neuquén.
Productores de la región coinciden en que el daño fue “muy importante, muy grande a nivel productivo”, con cientos de hectáreas destruidas en establecimientos que, hasta el mediodía, se preparaban para ingresar en la etapa de mayor actividad.
Los primeros relevamientos marcan una cifra estremecedora: más de 300 hectáreas de cereza afectadas de manera directa por granizo o cracking, y más de 800 hectáreas si se suman peras, manzanas y fruta de carozo.
Se trata de uno de los eventos climáticos más destructivos de los últimos años, con pérdidas masivas en campos que dependen de estos meses críticos para sostener la rentabilidad anual.
Aunque la tormenta se manifestó principalmente en forma de intensas lluvias, los daños en el Alto Valle también fueron significativos.
En esta etapa, el exceso de agua es igual de devastador que el granizo porque provoca la ruptura del fruto por la acumulación de humedad, un trastorno conocido como cracking que deja la cereza fuera de los mercados más estrictos y de la exportación.
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