sábado, diciembre 14, 2024
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Decir malas palabras en el trabajo (según un estudio) es más productivo

 

 

 

Según diferentes estudios publicados, decir malas palabras podría aportar beneficios sorprendentes para la salud mental. Dicen algunos que puede hacernos parecer más honestos cuando hablamos con otros y también nos muestra como más intelectuales lingüísticamente.

Respecto a esto, un estudio a cargo del profesor de psicología Richard Stephens, de la universidad Keele, invitó a sus participantes a introducir una mano en agua helada mientras decían una lista de insultos a su elección.

Los observadores vieron que las personas que insultaban mientras se les congelaba la mano, toleraban mejor el dolor del frío extremo que aquellas que se limitaban a decir palabras neutrales. Las groserías actuaban, en tanto, como un tipo de analgésico natural.

La revista Social Psychological and Personality Science publicó otro estudio sobre el tema en el que se llegó a la conclusión que decir malas palabras en ciertos contextos nos hace ver más honestos, convincentes y genuinos.

En suma, según esta investigación, en un contexto positivo nos presenta como personas auténticas, asertivas, que dicen lo que piensan sin autocensurarse. Y las personas que juran y blasfeman aparentan mentir menos que aquellas que no lo hacen.

La investigadora y experta en lenguaje Emma Byrne, autora de Swearing is Good For You afirma que los insultos son una parte fundamental del lenguaje y que tuvieron un gran papel en nuestro desarrollo como especie.

Beneficios lingüísticos y en el trabajo

Byrne dice que nuestros ancestros habrían inventado los insultos como una forma de expresar su ira y enojo antes de llegar a la agresión física. Además sugiere incluso que mejoran nuestra productividad y ayudan a crear cohesión social.

Los ejercicios más gratificantes citados en los estudios son los referentes a la silla vacía, utilizado mayormente por la psicología Gestalt. Consiste en imaginar sentado al peor enemigo y decirle todo lo que nunca le dirían en la cara.

Además de servir de terapia antiestrés y método de desahogo, las malas palabras pueden ser de utilidad en el trabajo. Un estudio de la universidad de East Anglia (Norwich), asegura que decirlas en la oficina reduce el estrés, fomenta la buena moral y la camaradería entre los miembros de la empresa.

Otras investigaciones realizadas en el Marist College y la Massachusetts College of Liberal Art concluyó que los participantes de una investigación que fueron capaces de decir más groserías en un minuto, demostraron tener mayores habilidades lingüísticas en general. Lo que se traduciría en una muestra de mayor inteligencia lingüística y considerada de comunicación efectiva.

 

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