jueves, abril 25, 2024
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La historia del pase de Di María a Central por 26 pelotas de fútbol

Esa fue la promesa para abonarlo cuando Fideo jugaba a los 6 años en El Torito, club donde aseguran que esos balones nunca llegaron; cómo crecio este joven que se entrenaba con las manos sucias de repartir carbón y hoy es una de las figuras de la selección.

Angel Di María corre, va hasta el fondo, tira el centro. Angel Di María corre, retrocede, marca sobre el sector izquierdo de la cancha. Va y viene, ida y vuelta. La imagen puede ser en sus inicios en la Primera de Rosario Central, en su gran paso por Benfica o en los grandes escenarios, como cuando hace algunas semanas descolló en la final de la Champions League para que su Real Madrid levantara la Décima. Angelito también es ese que en la práctica abierta de la selecciónaquí en Belo Horizonte fue el que más divirtió a la gente: remató al arco, se lució en el fútbol-tenis y terminó regalando una pelota a la tribuna. Como siempre, no para.

Angel Di María corre. Va y viene. Pero no está en una cancha, es su casa en Rosario. Tiene sólo 4 años y su madre, Diana, no sabe qué hacer con ese flaquito que nunca para. Consulta a un médico, quien le recomienda que el pequeño empiece a hacer deporte. Eligen el fútbol y la amistad con la pelota sigue para siempre. Hoy, Angelito sigue siendo el Flaco, el Fideo, y corre como siempre. Sin embargo, esta vez, la corrida parece inolvidable y el hombre llegó al Mundial de Brasil 2014 como el futbolista argentino de mejor presente, por arriba incluso de Lionel Messi , Sergio Agüero o Gonzalo Higuaín . Sin embargo, no tuvo la presentación soñada ante Bosnia y ahora quiere demostrar mañana ante Irán.

Angelito tiene 26 años y está jugando su segunda Copa del Mundo, con más credenciales, tras cuatro años que lo marcaron a fuego en Real Madrid. Detrás de este presente, que llena de ilusión a la selección argentina, hay una historia de sacrificio, de origen humilde. Ese Di María que va y viene es el mismo en el que Rosario Central puso el ojo cuando sólo tenía 6 años y se lo llevó con la promesa de pagar por él 26 pelotas de fútbol. Es el mismo que llegaba a las prácticas de inferiores en el Canalla con las manos sucias de ayudar a su padre, Miguel, a repartir carbón, el negocio que mantenía a la familia. El mismo que en juveniles no jugaba y era hasta tercer suplente. Pero mejor conviene ir por partes.

Di María nació en el barrio El Churrasco, en el norte de Rosario. Allí, mostró sus primeras pinceladas cuando jugaba con los chicos de la zona. “Nacer en la calle Perdriel fue y será lo mejor que me pasó en la vida”, dice uno de los tatuajes que Angelito lleva en uno de sus brazos y es la misma inscripción que se imprimieron en sus cuerpos sus inseparables amigos, Alex, Nico, Diego, Mauri, Jeremías y Bryan.

El consejo de aquel médico a mamá Diana hizo que Fideo diera sus primeros pasos en el fútbol en un club del barrio, El Torito, fundado en 1975 y cuya camiseta es de color naranja en homenaje a Holanda del ’74. “En mi casa, de tanto jugar rompía todo y mi mamá me llevó directamente a una cancha”, contaba Angelito en una de sus primeras entrevistas, tras debutar en la Primera de Central, a fines de 2005.

Su llegada al Canalla, club del cual es hincha, fue particular para la época. Tenía sólo 6 años cuando posaron los ojos en él. Cuenta la leyenda que Di María había marcado 64 goles en un año. Lo cierto es que jugó dos partidos muy buenos con la camiseta de El Torito ante Rosario Central. Incluso, el último con victoria de su equipo y con él como protagonista. Entonces, el entrenador de la categoría ’88 canalla lo fue a buscar. ¿Qué pidieron a cambio por su pase? 26 pelotas de fútbol, que, según dicen en El Torito, nunca llegaron a destino.

“Por entonces, la dirigencia de El Torito conocía poco de fútbol. Era ilógico que Central viniera a buscar a un chico del club de sólo 6 años. Inofensivamente, esos dirigente pidieron por su pase 26 pelotas profesionales que nunca llegaron. Pedir plata por un chico de esa edad era absurdo para esa época, cuando todavía nada se sabía de la salida de Messi de Newell´s para ir a Barcelona”, le cuentan a canchallena.com desde el club El Torito. Jorge Cornejo, presidente de esta institución hasta el año pasado, explica: “Fue por 26 pelotas, pero nada de eso quedó documentado, porque no hay registros de aquella época. Durante mi presidencia, intentamos hacerle un reclamo a Rosario Central, pero no había manera, porque no teníamos ningún papel. Desde hace un tiempo, acá están todas las fichas”. Mientras que Ariel Cozzoni, ex delantero de Newell`s y quien presidió El Torito entre 2003 y 2007, dice: “En mi época, no se hablaba de Di María, porque al principio ni estaba en la Primera de Rosario Central. Hay miles de pibes que pasaron por el club y se fueron a Newell`s o Central, pero, si no llegan, les perdés el rastro. Lo de Di María salta después, pero el problema es que el club no tenía documentación de aquella época”.

El muchacho que llegaba con las manos sucias de repartir carbón

Di María todavía era un niño, pero su vida había cambiado. Se estaba formando como futbolista en Rosario Central, pero para eso había que hacer sacrificios. Por empezar, la cancha no estaba al lado de su casa como pasaba en el El Torito. Por eso, mamá Diana lo llevaba en bicicleta a las prácticas con el Canalla, a las que había que ir casi todos los días.

Angelito fue avanzando hasta pasar de la niñez a las inferiores. Sin embargo, no era el crack de estos días. Cuando estaba en 7a división jugaba sólo en la Liga Rosarina ante los equipos de la zona y no estaba en AFA como otros chicos. Su torneo no era el reservado para los mejores. Recién, en 2005, en sexta división, lo ficharon en AFA. Fue Marcelo Trivisonno, ex defensor canalla y a cargo de esa categoría. “Me lo señaló Alejandro Fernández, quien trabajaba conmigo, y me contó que Angel estaba preocupado por no estar en AFA. Igual, no estaba entre los mejores, lo fichamos 25 entre 35 jugadores”, recuerda Trivisonno.

Por entonces, Di María tenía 16 años y, además de entrenarse, ayudaba a su padre con la carbonería. “Había días en que llegaba a las prácticas con las manos sucias de repartir carbón y leña. Hasta incluso venía con algún corte”, rememora Trivisonno, quien describe a aquel Angelito: “Era una persona de muy bajo perfil, tímido, casi no hablaba. Pero adentro de la cancha se transformaba. Era un jugador muy agresivo y con mucho gol para ser carrilero”.

Sin embargo, el Fideo era suplente en la 6a y su puesto, el de volante o carrilero por izquierda, lo ocupaba el Yacaré Gervasio Núñez. La figura de esa división era Emiliano Vecchio, actualmente en Colo Colo, de Chile, y quien, luego, no llegó a destacarse en fútbol argentino.

Pero de pronto, todo cambió para Angelito. Corría 2005 y era suplente del primer equipo. Los sábados jugaba en la división rosarina, los domingos iba al banco en AFA. Hasta que Núñez, titular en su puesto, debió ausentarse por diez días y viajó a Formosa por un problema personal. Entonces, le llegó la hora a Di María, que con grandes actuaciones se ganó el puesto y terminó llegando a Primera. Avanzó casilleros al ritmo de las corridas y zancadas que da actualmente en la cancha.

“Estaba en un gran nivel”, explica Trivisonno, quien rápidamente recibió la consulta de Angel Tulio Zof, DT de la Primera. Don Angel no dudó en mandarlo a la cancha en la última fecha del torneo Apertura 2005, el mismo año en que empezó a destacarse en 6a, en un empate 2 a 2 entre Central e Independiente, en Avellaneda. Di María ingresó a 20 minutos del final del partido y lo primero que hizo fue una jugada por la izquierda con su sello que desairó a la defensa roja. Ocho minutos después, un centro suyo terminó en gol de Marco Ruben. Del otro lado, en contra, estaba el Kun Aguero con la camiseta de Independiente.

“Uno veía que jugaba bien, pero nunca imaginé que iba a llegar a donde está. Era un jugador para arribar joven a la Primera de Rosario Central. Luego, todo dependía de él. Ahora, lo veo hablando con Mourinho, Ancelotti, Maradona y no puede creer que ese es Angelito”, se emociona Trivisonno, quien ese día estuvo en Avellaneda para ver el debut de uno de sus chicos.

Angelito se afianzó rápido en la Primera de Central, a tanta velocidad que a mediados de 2007 ya jugaba en Benfica y, en 2010, era vendido por 25 millones de dólares a Real Madrid, al tiempo que disputaba su primer Mundial Sudáfrica. Di María sigue corriendo, ahora está en Belo Horizonte entrenándose con la selección y con ganas de demostrar todo lo que hizo en la temporada que pasó.

 

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