viernes, mayo 3, 2024
Tecnologia

Qué le pasa a nuestro cerebro cuando navegamos en internet

Cuando entramos en el ciberespacio, no siempre somos conscientes de que nos adentramos en un mundo virtual donde el tiempo pasa más rápido, y pensamos y nos comportamos de manera muy distinta a como lo hacemos en el mundo real.

1. “Puedo ser quien quiera ser” (desinhibición online)

En Internet nos ponemos el traje de superhéroes y nos desinhibimos, alentados por la sensación de anonimato. “Este efecto es muy interesante porque hace que la gente haga cosas en el mundo cibernético que no haría en el mudo real”, le contó Aiken a la BBC. Los seres humanos somos menos amables en Internet que en persona, y más proclives a ofender a los demás. Una de las razones es la invisibilidad que nos proporciona Internet, la ilusión del anonimato.

2. “No me conocés” (anonimato disociativo)

¿Conocés realmente a las personas con las que interactuás en internet? La mayoría de las personas en Internet no saben quién sos. Cuando tenemos la posibilidad de separar nuestras acciones del mundo real y de nuestra identidad, nos sentimos menos vulnerables a la hora de abrirnos a los demás. Y este efecto tiene como consecuencia otros efectos, como el de la reunión online.

“En un estado mental menos inhibido, las personas con ideas afines se encuentran más fácilmente”, explica Aiken. “Si sos una niña de 13 años con un problema alimenticio, ¿cuáles eran las probabilidades de que conocieras a alguien con una condición similar antes de Internet? Ahora con dos clics podés encontrar a personas afines”.

3. “No podés verme” (invisibilidad)

Internet nos otorga el poder de la invisibilidad, por eso somos más abiertos a la hora de compartir nuestras cosas con los demás. La oportunidad de ser invisible amplifica el efecto desinhibidor. No tenés que preocuparte sobre cómo te ves o cómo sonás cuando decís (tecláas) algo y podés evitar el contacto visual.

4. “¿Cuánto tiempo ha pasado?” (distorsión del tiempo)

Como en el cuadro surrealista de Dalí, en internet el paso del tiempo es misterioso. “Hacé esto la próxima vez que te conectes a Internet: sacá el reloj de tu pantalla y, de vez en cuando, ponete a prueba para ver si sos capaz de calcular con acierto el paso del tiempo”, sugiere Aiken.

Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado en los últimos años. En febrero de 2017, un grupo de psicólogos del Centro de Neurociencia Cognitiva y Sistemas Cognitivos de la Universidad de Kent, Reino Unido, publicó un estudio en el que aseguraban que tendemos a subestimar las horas que pasamos en redes sociales como Facebook.

La razón es que Internet modifica nuestro proceso de atención. A esta distorsión del tiempo habría que sumar el asincronismo del universo virtual: la interacción en Internet no ocurre en tiempo real, y no tener que tratar con reacciones inmediatas hace que nos relajemos.

5. “Es sólo un juego” (imaginación disociativa)

Internet no es un juego de niños, pero muchos tienen esa percepción. Suler dice que en Internet nos sentimos como personajes imaginarios que “creamos” y que existen en un espacio diferente, la dimensión digital. “Es un mundo soñado, fuera de las responsabilidades del mundo real. Separamos o disociamos la ficción online de los hechos offline. (El Sol)

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