martes, abril 16, 2024
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[OPINIÓN] Las urnas de Dios

Por Norma Morandini, periodista y exsenadora nacional.

Levantó su mano en señal clara de que ante sus ojos estaba el mismìsimo diablo: “Satanás fala pela sua boca”, Satanas habla por Usted. Fue la respuesta de la humilde mujer, fiel seguidora de una iglesia neopentecostal de las que ya en la década del ‘80 se multiplicaban en Brasil.

Ella entregaba a la Iglesia parte de su miserable salario de empleada doméstica como diezmo. Yo había osado comentar un reportaje de la poderosa Red Globo de televisión que en su noticiero de mayor audiencia había mostrado cómo los pastores de esa Iglesia eran entrenados para conseguir que los fieles contribuyeran con dinero para la Iglesia. Yo solo podía ser el diablo para no sentirse estafada.

Ahí aprendí cuán eficaz es ese mecanismo para manipular a las personas de buena fe y eludir la responsabilidad humana cuando “el diablo mete la cola” y cancela toda posibilidad de un entendimiento racional. Sobre todo cuando se trata de fe y de Dios, las palabras que más se usan en la politica electoral de Brasil y ahora se escuchan en el presidente Jair Bolsonaro.

No el agradecimiento a los millones de votos que legítimamente lo ungieron el nuevo Presidente del país más religioso del continente, sino el designio divino que le impuso la misión de salvar a Brasil del demonio que lo pervirtió. “Brasil por encima de todo y Dios por encima de todos”, la frase repetida como un mantra por el presidente Bolsonaro y alguno de sus ministros, como el de Relaciones Exteriores, Ernesto Araujo, que al asumir habló de la omnipresencia de Dios que “estará en todas partes, en la diplomacia, en la política, en todas partes”. Aunque lo encarnó en las figuras humanas de Bolsonaro y Trump.

En Brasil conviven la Teología de la Liberación con la teología de la prosperidad , el esoterismo de los rituales africanos con los piadosos sacerdotes que viven entre los más pobres, la macumba y el candomblé con los “sanadores”de fama internacional que en nombre de Dios prometen curas , se enriquecen con esas peregrinaciones de la fe, y usan sus “manos santas” para cuestiones menos espirituales como sucedió con el gurú Joao de Deus, actualmente en la prisión por causa de las denuncias de estupro de muchas de sus seguidoras.

Sin embargo, el poder de los evangélicos, una comunidad de mas de cuarenta millones de personas, radica en que son una fuerza electoral codiciada por todos los candidatos, especialmente los fieles de la Iglesia Universal del Reino De Dios, cuyos pastores electrónicos desde los espacios alquilados de las televisiones en nuestro país nos prometen el fin del sufrimiento hasta que cuenten con sus propios canales, tal cual sucedió en Brasil , donde la segunda mayor cadena de televisión , la Red Record es de propiedad del fundador de la Iglesia, el Obispo Edir Macedo. Un magnate de medios de comunicación que ha formado un imperio religioso, con franquicias fuera de las fronteras de Brasil.

Como el inmenso templo construido en Buenos Aires sobre lo que fue el Mercado de las flores. En São Paulo levantó una replica del templo de Salomón con piedras traídas de Jerusalén. Un inmenso edificio que ocupa toda una manzana en uno de los barrios más populares de la mayor ciudad de Brasil y a cuya inauguración acudieron una decena de gobernadores y la entonces presidenta Dilma Rousseff, que en la época buscaba su reelección y necesitaba del apoyo de Macedo, a quien, hasta ahora, no le importó el signo político o ideológico sino el poder y los negocios de la fe, en un país en el que los más pobres son los que acuden a lo templos, votan por el candidato que sugieren los pastores.

En su momento, el Obispo Macedo apoyó explícitamente a Lula, cuando el ex operario, un “homen do povo” era amparado por la progresista Inglesia Católica y tenía como mentor y amigo al fraile de la Teología de la Liberación, frei Betto. En la medida que los escándalos de corrupción y el fracaso económico fueron alimentando el sentimiento de rechazo contra el Partido de los Trabajadores, el Obispo Macedo pasó a apoyar también de manera explicita al ex capitán del ejército, entonces candidato Jair Bolsonaro, al que promovió desde las redes sociales y puso a disposición de su propaganda su poderosa Red de Televisión Record.

El apoyo nunca es inocente ni desinteresado. Un cambio de votos por favores políticos, expresados en licencias de medios de comunicación en todos los estados de Brasil. Desde hace años que en el Congreso, una de las bancadas mas numerosas son las que integran los evangelistas, los defensores de las armas y los ruralistas, conocidos como la bancada BBB, “balas, Biblia y bueyes”, a la que se agrega una B en mayúsculas, la de Jair Bolsonaro que de raíz católica se acercó a otra Iglesia evangélica Asamblea de Dios Victoria en Cristo donde se casó con su actual mujer, Michelle Bolsonaro, una ferviente evangelista.

Pero si en el pasado las diferentes expresiones pentecostales se mostraban dogmáticas pero abiertas a las costumbres, desde que el año pasado millares de mujeres feministas se lanzaron a la calle para protestar contra Bolsonaro, los pastores se unieron y desde los púlpitos pasaron a denostar la “ideología de genero”, los matrimonios igualitarios, y la educación sexual en las escuelas. Bolsonaro nombró en el Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos a una pastora contraria al aborto, Dalmares Alves, que en la campaña electoral aparecía en un video como autora de un libro en el que narraba que quiso suicidarse por que fue violada en la infancia pero se le apareció Cristo y desistió. Sin embargo, una vez ministra negó que fuese su biografía según contó el diario O Globo.

No sería la primera vez que se descubre una mentira para captar fíeles en base a la estrategia de exagerar los sufrimientos y pecados redimidos por la aparición de Jesuscristo. Fuera de la anécdota, el desafío es entender cómo los mismos creyentes que votaron a Lula ahora eligieron a Bolsonaro y la paradoja de que la Iglesia católica opta por los pobres pero los más humildes van detrás de los pastores millonarios.

Lo cierto es que existe una gran religiosidad en los brasileños que no hace distinciones sociales aunque los que lucran con la fe de los más humildes son los que meten miedo con el diablo para hacer negocios en nombre de Dios.

[Nota publicada en la edición de hoy en el diario Clarín]

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