jueves, mayo 2, 2024
Economia

Economistas ven difícil fuerte quita de capital y creen viable reestructuración de plazos e interés

Diversos analistas coinciden en que la oferta de reestructuración de deuda externa que haga el Gobierno tendrá más difícil aceptación si está basada en fuertes quitas de capital y, en cambio, ven más viable una propuesta con mayor incidencia de estiramientos de plazos y recortes en el interés que pagan los bonos.

Las dificultades legales de grandes fondos de inversión para aceptar fuertes quitas de capital y su ineficacia para reducir el porcentaje total de deuda sobre el Producto Bruto Interno (PBI) son elementos que, según economistas consultados por Télam, empujarían a buscar otras alternativas para alcanzar un acuerdo de deuda “sustentable y pagable”.

“Por la complejidad que le pone al proceso, quizás no sea conveniente una quita de capital como elemento crucial en la negociación. Tampoco es necesario. La deuda con el sector privado es del 27% del PBI y una quita sobre esa parte no solucionará el ratio total de deuda sobre el Producto”, afirmó a Télam Martin Kalos, economista jefe de la consultora Elypis.

Al respecto, aseguró que el problema de la deuda argentina “no está en su tamaño, sino en la agenda y capacidad de repago”, y que forzar una fuerte quita de capital “sólo retrasaría la llegada a un acuerdo”.

“La responsabilizad patrimonial que (los fondos) tienen con sus inversores y con sus reglamentos internos hace que no sea tan fácil aceptar una quita de capital”, advirtió Kalos.

Aún así, afirmó: “No es una renegociación imposible. Existen puntos intermedios”.

En esa línea, dijo que en Elypsis simularon distintas reestructuraciones y encontraron “muchas combinaciones de plazos, interés e incluso quita que son compatibles con la sostenibilidad y capacidad de pago de la Argentina y que, también, dan a los acreedores resultados beneficiosos”.

“Lo importante -aseguró- es que ese acuerdo final lleve a la deuda a ser sustentable, sin exigir un crecimiento imposible de lograr y que permita un acuerdo de pagos cumplible”.

Por su parte, para el analista financiero Chiristian Butteler, que “el FMI o el G20 hayan apoyado a la Argentina le da al Gobierno la sensación de respaldo como para avanzar con una oferta más agresiva, pero las quitas de capital pueden traerles problemas a los fondos con sus clientes”.

En ese sentido, dijo que “una propuesta con quitas de entre el 10% y el 15% podría llegar a ser analizada por los bonistas”, pero que mayores recortes la harían “realmente difícil de cerrar, más aún si se llegara a querer sumar a bonos ya reestructurados”.

“Todo dependerá de la Argentina y de su propuesta”, aseguró.

Según Butteler, el cronograma anunciado por el Gobierno -de dos semanas entre anuncio de la oferta y cierre de adhesiones- es “muy corto”, y “no da tiempo como para poder negociar”.

Por eso, dijo que fue “muy positivo” que el ministro de Economía, Martín Guzmán, se haya reunido personalmente con acreedores en los Estados Unidos, ya que “si de ahí sale una oferta aceptable, hay chances de cerrar un acuerdo”.

“Es necesario entender que un acuerdo no traerá una lluvia de inversiones, pero es vital para ordenar la economía y despejar el panorama financiero en el futuro, necesario para pensar en la inversión real a mediano plazo”, afirmó.

Para Leandro Marcarian, economista del Instituto de Investigación en Ciencias Económicas de la Universidad del Salvador (USAL), las chances de llegar a un acuerdo dependerán “de cuántas ganas tengan los bonistas de esperar o cuántas de cobrar”.

“El gobierno está jugando muy fuerte con mucho riesgo. Se está dando poco tiempo a los bonistas para definir qué hacer y eso, o sale muy bien o muy mal”, sostuvo Marcarian.

Por eso, sostuvo que “la Argentina tiene que hacer una oferta amigable”.

“No veo -aseguró- que una posición dura tenga una buena respuesta. Es decir, no una quita sustancial, del 15 o 20% máximo, pero sí años de gracia y una quita de intereses”.

En esa línea, marcó como fundamental “dar señales de no entrar en default los próximos 10 años”, ya que “la discusión de fondo sigue siendo el tema del gasto y para qué se usa”.

“Hay que mostrar un sendero de sustentabildiad fiscal y definir cómo cambiar la estructura de gasto para no volver a caer en default. Si no se les da nada a los bonistas es difícil que den algo a cambio”, cerró Marcarian

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