viernes, abril 26, 2024
Espectáculos

Bebe, la autora de “Malo”, habla por primera vez de su dura historia familiar: “Mi tía fue víctima de un femicidio”

 

Bebe tal vez no te diga demasiado. Pero si te digo (y si te canto): “Malo, malo, malo eres, no se daña a quien se quiere”, te llevaré a un tema que marcó -desde la cortina del unitario Mujeres asesinas, en El Trece- a varias generaciones. Y que aportó lo suyo para que en cualquier ámbito se hable sobre violencia de género.

Es así como una tarde, leyendo el diario y casi sin darse cuenta, esta cantautora y actriz española logró concientizar sobre la violencia machista, un tema muy latente también en nuestro país. Una canción que es cada día más actual.

Bebe (nacida hace 39 años en Valencia con el nombre de María Nieves Rebolledo Vila) acaba de presentarse junto a varias colegas en el Teatro Colón, con un conmovedor espectáculo y una orquesta de primer nivel ante una gran cantidad de público. Y en su paso por Argentina, se animó a hablar con Teleshow de sus letras, de su carrera y de cómo logró lidiar con la fama, dejando algo en claro: su hija es su motor, es ella quien le cambió la vida para siempre.

—¿Qué te motiva hoy?

—Mi motivación ahora mismo, mi motor, es mi hija: yo vivo por y para ella. Ella es la que me dio mucha más energía y le dio sentido a mi vida, totalmente.

—¿Y en qué momento de tu vida llegó?

—Llegó cuando tenía que llegar. Yo sacaba el segundo disco, acaba justo la promoción y tuve que parar la gira que tenía, pero lo hice porque quería vivir ese momento porque soy muy animal, soy súper hembra para eso. Yo creo que he venido a este mundo a procrear, y todo lo demás nos lo inventamos.

—¿Te considerás una persona simple?

—Sí. Bastante básica en ciertas cosas, la verdad. Ella llegó cuando tenía que llegar, porque a veces intentamos como programarlo. Yo decía: “Cuando termino la gira me pongo”, pero no, ellos llegan y de repente ponen orden en tu vida. Porque realmente los niños te ordenan.

—¿Qué te dio la maternidad?

—Mucha alegría, mucha emoción: verla cada día, verla crecer, esos ojos, su alegría…

—¿Mucha responsabilidad?

—Claro. Toda la del mundo. Quieres hacerlo lo mejor posible y no hay un manual, para esto pero da mucha fuerza. Para mí es maravilloso, es lo mejor que me ha pasado.

—Es interesante esto que decís, que te consideras simple. Porque una persona que te ve arriba del escenario, cantando, viajando, quizás se imagina que llevás una vida de lujo o de fama.

—Pero esa es una cosa que se genera también por los medios de comunicación, porque nos encanta crear ese mundo. Lo primero que soy es madre, y de hecho al final lo reflejo en mis canciones. Les digo a las mujeres o a las chicas cuando me las encuentro: “Yo soy vuestra cómplice, no soy ni grande, ni chica”. Soy cómplice, y se ve precisamente porque te sientes identificado con lo que canto porque al final soy igual que tú. Lo que yo escribo son reflexiones que tengo: primero me las hago a mí misma, y también las necesito.

—¿El tema “Malo” fue dedicado a algún hombre en particular?

—A muchos. A todos ellos. Nunca lo olvidaré: “Malo” salió de mí una tarde de verano, y además lo hablo mucho con mi madre porque recuerdo que fue a la primera que se la canté. La hice como en el 2000, aunque el disco salió en 2004. Fue un día que había salido en “Telediario” que habían muerto como cuatro mujeres; era un año súper fuerte de asesinatos. Yo tengo empatía, es una cosa que no me cabe en la cabeza. Y salió eso. Tampoco creo que tengas que vivirlo en tu propia carne. Luego, creo que por casualidad, la vida también nos ha hecho vivirlo en la familia, en ciertas cosas.

—¿Hubo un femicidio en tu familia?

—Sí. Una tía mía.

—¿Hace mucho tiempo?

—Sí. Hace unos años ya. Después de todo esto, una locura, pues lo vives también. En las relaciones de pareja a veces hay situaciones feas.

—¿Sufriste algún tipo de acoso o abuso vos también?

—No. Yo soy una bruta y no lo dejo, pero si lo permites te puede pasar muchas veces. Está todo muy salpicado.

—¿Crees que, como sociedad, en ese sentido estamos evolucionando?

—Por una parte evolucionamos, y por otra parte involucionamos a grandes pasos. En este último año también pensaba sobre “Malo”, que de repente habíamos pasado unos años después de que había sacado esa canción en los que se estaba mejorando. Pero este último año han estado pasando muchas cosas, por lo menos en España. Otra vez está como muy caliente el tema, como que estamos escuchando muchos femicidios también. Estamos retrocediendo también. Algo estamos haciendo mal.

—Antes, de estos temas no se hablaban tanto…

—Bueno, yo no soy quién tampoco, pero me gustaría tener la varita mágica para solucionar, o no. Creo que esto es un trabajo de hombres y mujeres, de gobiernos, de familias, de educación. La familia es lo primero. Somos muy responsables de lo que pasa. La educación que damos a nuestros hijos es súper importante. De educar a nuestros hijos de la igualdad y naturalidad: tú no puedes faltarle el respeto a nadie, ni hombre, ni mujer, ni nada. Eso es un trabajo, casi todo lo contrario a lo que tenemos grabado en el ADN. Es un trabajo muy fuerte que tenemos que llevar a cabo todos.

—Me imagino que se te acercaron muchas mujeres luego de tu historia de vida.

—Ellas son maravillosas, son geniales. Ellas sí que lo entienden todo. Ellas te agarran, te dan un beso, te dejan loca porque tú nunca te imaginas que algo que tú escribes en tu intimidad va a tener una repercusión tan positiva. Hay un grupo de mujeres de Sevilla divinas que tienen una asociación; siempre les dije que lo iba a decir: ellas dicen que no son víctimas, son supervivientes. Y eso es una palabra tan importante porque depende del vocabulario que utilicemos en nuestra vida, en cómo nos nombremos, tenemos una actitud irremediablemente hacia nosotros mismos y hacia como nos ven los demás. No es lo mismo sentirse una víctima: ser superviviente es estar fuerte, es otra actitud. Y es algo que tenemos que ir contagiando a las demás mujeres que han sufrido esto: “Soy superviviente, no soy víctima”. Ya se acabó.

—¿Sos una superviviente en lo que hacés?

—No, pero me considero una afortunada. La parte de superviviente uno lo es en la vida misma, pero yo me considero muy afortunada.—No, pero me considero una afortunada. La parte de superviviente uno lo es en la vida misma, pero yo me considero muy afortunada.

—¿Qué es lo más difícil que te tocó vivir desde que empezaste hasta hoy?

—Hay muchas cosas que te cuestan. Pero sobre todo fue el entender y el saber manejar lo que fue la exposición mediática en un principio. Al final uno va aprendiendo las reglas de juego, y también va comprendiendo que llega un momento en que esa exposición mediática para. También tú tienes que pararlo.

—¿Qué es lo negativo de eso?

—Estar expuesto no es fácil. Hay muchas cosas de ti que se pierden, pierdes tu naturalidad en muchos momentos.

—¿Es estar en pose constantemente?

—No, en pose no. Es que llega un momento en el que nadie te ve a ti.

—Y las relaciones, ¿cómo las mantenés con eso? Las críticas que te hacían a vos, ¿le pesaba también a tu familia?

—Bueno, depende de lo que sea. Mi familia es mi columna vertebral, ha sabido acompañarme muy bien en esto. Evidentemente hay cosas que te afectan, ha habido momentos que sí. Ahora mismo con Internet la gente es muy salvaje con tonterías: a la mínima está esperando si tú das opinión, da cualquier cosa lo que hagas, siempre te van a decir alguna burrada y la gente habla sin saber, te dicen de todo. Mi madre sabe quién soy y mis hermanos también. Ya está. No podemos entrar en eso. Hay otras cosas más importantes que hacer que estar mirando lo que piensan los demás e intentar agradar a todo el mundo.

—¿Cómo hiciste para lograr tener esa piel? Hoy lo mirás con esa madurez, pero me imagino que cuando empezaste las críticas habrán sido difíciles…

—Las críticas constructivas las llevo perfectamente bien, de hecho las necesito; no me gustan los aduladores, no confío en ellos. Prefiero la gente que me sabe decir las cosas. A las críticas constructivas, ¿por qué te las vas a tomar mal si son buenas? Las críticas absurdas a mí me enseñaron que no tenemos tiempo para eso.

—¿Llegaron a inventarte algún romance?

—Yo no he estado expuesta en ese tipo de medios. Me lo he cuidado bien, y aparte tenía una vida muy tranquila: estaba todo el rato trabajando y ahora mismo igual. Yo vivo en las afueras, no soy una persona de ese interés, ni lo potencio tampoco. Lo importante es no darle importancia a ese tipo de cosas. Si se la das, es cuando entras en ese juego.

—¿Qué es lo que te hace sentir más orgullosa de vos misma?

—De mi niña. Que mi niña sea feliz.

—¿Seguís con el papá de tu hija?

—No, pero toda la vida voy a estar con él. Es el papá de mi hija, hasta que la muerte nos separe.

—Tenés una personalidad muy fuerte. ¿Te la han querido cambiar con el tiempo? ¿Hombres que te hayan manejado la carrera? ¿La industria?

—En la carrera, no. Cada uno que intenta que tú hagas o no hagas, eso es una decisión tuya también. Y en las relaciones a veces hay uno que intenta, como cuando te equivocas de pareja y entras como en una competitividad absurda que tú no quieres tener. Eso es un poco así, a veces.

—¿Te considerás feminista?

—Es un tema que ahora está muy delicado. Creo que estamos cometiendo algunos errores en cuanto al feminismo; de repente estamos como quitándole importancia al hombre. Evidentemente hay muchas cosas que solucionar. Yo estoy de acuerdo con el feminismo más real y menos de pose, más profundo, el que realmente cambia las cosas: un feminismo que hace menos ruido y busca más soluciones que conflictos.

—¿No hay que decirlo sino ejercerlo?

—Claro. Además, sin crear tantos conflictos, sin estar enfrentando nuestras decisiones. Nosotras necesitamos de los hombres. La vida es más bonita también cuando nos llevamos bien, trabajamos en equipo, porque ellos tienen cosas que nosotras necesitamos, y ellas, cosas que ellos necesitan. Evidentemente tiene que haber una igualdad en los salarios y en un montón de cosas más, pero de ahí a como estamos ahora, que casi está mal nacer hombre… Yo no creo en las guerras de género ni en ningún tipo porque al final son conflictos que crean unos cuantos (más). Cada uno tener su sitio y ser naturales, ser iguales cuando hay que serlo, y gracias a la vida ser desiguales, porque cuando nos juntamos eso es una maravilla. (Infobae)

 

 

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