viernes, abril 26, 2024
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Fumar y vapear aumenta 3 veces el riesgo de contraer enfermedades pulmonares

 

Primero hicieron un seguimiento en la salud de 32.000 estadounidenses durante tres años. Luego se tomaron un tiempo más para analizar los datos y todas las variables, para comparar qué efectos pulmonares producía fumar en comparación a fumar y vapear. ¿La conclusión? Que contra el mito de que reemplazar un par de cigarrillos por día por esencias de vapeo es “menos malo”, el consumo dual, o sea, consumir tabaco y adicionarle el cigarrillo electrónico, aumenta tres veces las chances de contraer enfermedades respiratorias crónicas.

En rigor, 3,3 veces más. Así lo afirma el informe “Association of E-Cigarette Use With Respiratory Disease Among Adults: A Longitudinal Analysis”, firmado por un equipo de investigadores de la Universidad de California (San Francisco, Estados Unidos) y publicado esta semana en la revista especializada American Journal of Preventive Medicine.

Para entender la relevancia de este trabajo (centrado en la incidencia de afecciones como bronquitis, asma, enfisema o Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, es decir, EPOC), conviene recordar que quizás sea uno de los argumentos que más invocan quienes reivindican el vapeo: dicen que no hay pruebas concretas de los efectos nocivos del cigarrillo electrónico, cuando en realidad la escasa bibliografía se explica en el poco tiempo que este producto tiene en el mercado, en comparación al tabaco. Por eso, un punto interesante de este informe es su carácter “longitudinal”.

Como explicó Cristina Borrajo, ex presidenta de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria y actual directora del Departamento de Tabaquismo de la Asociación Latinoamericana de Tórax, “lo que hicieron fue usar muestras tomadas entre 2013 y 2016 de un observatorio estadounidense, una institución de evaluación sobre el control de daño por tabaco. Empezaron con esto en un momento en que todavía no se tenía idea de los efectos dañinos del cigarrillo electrónico en la salud pulmonar. Es un trabajo con un análisis multivariado, casi pionero”.

Elisa Behrmann, neumonóloga del Hospital Alemán, destacó que el trabajo detalla “algunos tóxicos que tienen valores más elevados en las esencias de vapeo que en el cigarrillo de tabaco fumado, o que directamente están ausentes en el segundo. Por ejemplo, el propilenglicol, que es el ‘vehículo’ del cigarrillo electrónico.

Además, están los saborizantes, como el de manteca, el de canela y el de cereza, que son potencialmente cancerígenos. Y los metales, como el níquel, presente en las pilas. Son todos elementos que suponen un riesgo que no es menor”.

Según Behrmann, “todo esto hay que remarcarlo porque en general la gente cree que el cigarrillo electrónico no tiene riesgos, sobre todo los jóvenes, que piensan que es agüita con sabor. Sin embargo, ya hubo varias alertas por enfermos graves e incluso muertes en Estados Unidos”.

Si bien es contundente el dato de que vapear y fumar triplica los efectos nocivos en el cuerpo, otra neumonóloga que habló con Clarín (y prefirió reservar su nombre) se refirió a las “movidas subterráneas” de las tabacaleras y productoras de esencias de vapeo para direccionar la información que circula respecto de los efectos perjudiciales de consumir sus productos. ¿Por qué lo dijo?

No puede obviarse que del estudio de la Universidad de California se desprende cierta ambigüedad: porque, sostener que el consumo dual es peor que el consumo de tabaco “solo”, ¿es una “invitación” a seguir fumando cigarrillos?

Según Borrajo, “no hay nada de eso”: “No pienso que sea así porque el informe está encabezado por el médico Stanton Glatz, un investigador prestigioso y muy serio, reconocido activista en favor del control del tabaco”.

Según la experta, “no se está sugiriendo que fumar tabaco sea mejor que el consumo dual… el objetivo de este informe es tirar por la borda lo que instalaron distintos sectores sobre la reducción del daño del consumo dual, que es el modo como más se usa el cigarrillo electrónico en todo el mundo”.

“Muchos sostenemos que es mentira. La teoría de la reducción del daño no existe, y los ingleses, entre otros, prácticamente indican el vapeo para dejar de fumar. Esto creó una brecha entre los expertos”, dijo, y ejemplificó: “Una persona que fuma tiene muchas chances de tener daño respiratorio crónico. No se puede decir cuántas porque cada enfermedad tiene una incidencia distinta. Ahora bien, el informe dice que si uno fuma tabaco y empieza a vapear, se triplican las chances de contraer afecciones respiratorias. Digamos que tengo dos veces chances de desarrollar EPOC. Si empiezo a vapear voy a pasar a tener seis veces chances de contraer esa enfermedad”.

Por eso, Behrmann agregó que “el informe cita estudios donde se referencia un aumento de inflamación pulmonar por el cigarrillo electrónico: más asma y bronquitis en jóvenes que vapean”. Sin embargo, aun con este estudio longitudinal -recordó- “no se conocen los verdaderos riesgos a largo plazo”.

Como si todo esto fuera poco, el informe señala cuestiones de orden conductual por las cuales el cigarrillo electrónico debería dejar de ser una opción. “El paper aclara, y es un tema importantísimo, que además de que el cigarrillo electrónico tiene incidencia específica en el daño pulmonar, está probado que quienes vapean hacen menos intentos para dejar de fumar. Y esto es muy grave desde el punto de vista epidemiológico”.

En síntesis, concluyó Borrajo: “Cigarrillo electrónico o cigarrillo común, fumar es fumar. El objetivo no tiene que ser fumar menos sino dejar de fumar. Es decir, dejar de buscar formas alternativas supuestamente menos dañinas y no fumar. Es algo posible y vale la pena intentarlo”. (Diario Clarín)

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