viernes, abril 26, 2024
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Por qué los fabricantes de microondas recomiendan meter dentro una cuchara (incluso si es metálica)

 

Cada vez que usamos el microondas, abrimos la puerta a un incomprensible jeroglífico (al menos quienes se lo compraron durante los últimos años): el dibujo de un vaso lleno tachado y, a su lado, la misma figura pero con una cuchara, y sin tachar. A nadie se le escapa el significado de la representación: si vas a calentar un vaso de agua, una taza de leche o un café instantáneo, poné una cuchara en el vaso. Lo que desconcierta es que las cucharas que tenemos en la cocina suelen ser metálicas y, ¿no había que evitar meter metal en el electrodoméstico? Pues sí, hay que evitarlo, pero este utensilio es una excepción; ponerlo en la taza puede librarte de un infrecuente pero posible accidente que genera serias quemaduras.

La contradicción tiene sentido, como desvela la explicación del catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Murcia, Rafael García Molina.

“Conviene poner una cuchara para evitar lo que se llama sobrecalentamiento, en el que el líquido ha superado la temperatura de ebullición en el microondas pero no ha llegado a hervir”, explica. El té, la leche o el agua han sobrepasado los 100ºC pero no lo parece -no hay ni rastro de las burbujas-, y eso es peligroso porque, al sacar el recipiente del microondas podemos provocar que rompa a hervir súbitamente. Si eso sucede, una erupción de vapor y agua hirviendo puede salir proyectada hacia una incauta víctima que, quizá, no piensa más que en si tomará el café solo o con leche. Basta un golpecito al poner la taza sobre la mesa, echar azúcar al café o introducir una bolsita de té para perturbar el inestable estado del líquido sobrecalentado; entonces se produce lo que los expertos conocen con el descriptivo término de “erupción”. ¿Pero por qué poner una cuchara previene el accidente y el metal no comienza a echar unas chispas que, como mínimo, echen a perder el aparato?

Cucharas sí, tenedores jamás

“Para que se produzca la ebullición, las burbujas de vapor que se forman en el líquido necesitan núcleos de condensación, algo dentro del recipiente en torno a lo que se agrupará el vapor que se ha generado”, dice García Molina -para entender visualmente el proceso de la agrupación, mete dos o tres granos de sal en un vaso de cerveza y verás como el dióxido de carbono de la bebida se agrupa alrededor de ellos y comienza a generar burbujas-.

Los granos de sal actuarían, en este caso, como las burbujas de aire microscópicas (en realidad, e hilando más fino, aportarían dichas burbujas al líquido). “Esas pequeñas cantidades de aire atrapadas en la superficie de la cuchara son las que, si se sobrecalienta el líquido, generarán burbujas ya dentro del microondas y entrará en ebullición dentro, salpicará en el interior o se saldrá de la taza, pero evitará el accidente”, subraya García Molina. También pasará lo mismo si la taza contiene alguna partícula que promueva la agrupación. De hecho, el sobrecalentamiento suele suceder en recipientes excepcionalmente limpios.

Lo más recomendable es que la cuchara sea de un material rugoso como la madera, ya que así su superficie, a escala microscópica, contendrá más aire. Pero las metálicas también valen, debido a su forma. Por la manera en la que calientan los hornos microondas, los electrones que se mueven en los metales que se introducen en ellos pueden concentrarse y crear intensos campos eléctricos. No se ven hasta que es demasiado tarde y comienzan los fuegos artificiales. Estos campos eléctricos no se crean en las cucharas porque son redondeadas, pero sí en los tenedores.

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